Hace un tiempo tuve la oportunidad de ver un documental sobre este centro cuya metodología simplemente me sorprendió. Sin espacios cerrados, sin pupitres, sin horarios ni programas rígidos, con todo tipo de elementos motivadore, pensado para niños de todas las edades y donde toda la educación es especial. Cada vez es más difícil encontrar vídeos sobre el mismo, ignoro el motivo, pero aquí tenéis uno.
Elena llegó al centro infantil y lo hizo con preaviso "es diferente". Anteriormente he dejado clara mi postura ante la normalidad, por lo que me pregunté qué querría decir diferente en un lugar donde no había dos niños iguales.
Al conocerla me pareció encantadora. Lloró como muchos niños nuevos, pero la música la hizo bailar hasta que la mañana se convirtió en puro juego. ¿Qué tenia de especial esta niña? es cierto que había ciertas cosas que a ella le costaban más que al resto de niños, aspectos en su psicomotricidad y su atención por los que había que estar muy pendiente de ella, el hecho de que no hablara mucho no era un caso único entre tantos niños. Aunque tardaba aprendía todo, pero le gustaban las cosas a su manera.
Yo no era ni soy especialista, no sé diagnosticar problemas de desarrollo, ni los padres querían oir hablar del tema. En mi mano, como cuidadora, sólo estaba el hecho de poder ayudarla a mejorar y ser feliz en esos ratitos que pasábamos en la mañana. Había niños que hacían todo sin esfuerzo, otros que no querían, había quienes les costaba más y si la tarea era pegar la pegatina sobre el coche más grande, tal vez con Elena ya era un logro que colocara la pegatina sin haberla arrugado o pegado en cualquier otro sitio, pero como digo había de todo.
Por entonces descubrí que tenía una sensibilidad especial hacia la música, le encantaba bailar en cuanto la escuchaba y yo podía estar haciendo cualquier cosa que ella venía para que la tomara de las manos y nos pusiéramos a dar vueltas. Solía ponerles música clásica e inventar historias en torno a cada pieza con lo cual siempre acabábamos creando coreografías. Ella sabía perfectamente qué hacer, si dar saltos, alzar las manos o relajarse en el suelo...tenía piezas favoritas.
Cuando estos niños debían dejar el centro para iniciar su andadura por el sistema educativo sentí mucha pena y pensé en cómo le iría a Elena (al igual que a los demás) A los padres les pedí que fomentaran esa faceta musical que destacaba en ella.
Me pregunto qué estará ofreciendo la escuela a "mis niños", si serán felices allí o encontrarán dificultades que para mi no son más que necesidades impuestas. Espero que se les ofrezcan opciones y sobre todo que Elena siga bailando libremente.
Al igual que mis compañeras de la página: https://pedagogassinfronteras.webnode.es/ quiero enlazar este otro blog que está abierto a quien quiera participar. La idea es expresar todo aquello que nos inquieta, nos gusta o disgusta como estudiantes de Pedagogía. No dejes que tus palabras se pierdan por los pasillos.
Saludos.
Hay una palabra que me gustaría que fuera ignorada.
Eliminarla sin más del diccionario sería muy fácil, porque seguro que aparecería otra en su lugar y con el mismo significado. Prefiero olvidarla, que caiga en desuso, anularla y lo más importante, dejar de sentirla y pensarla: es la palabra con n, la palabra “normal”.
Esta palabra entraña el peligro de ser utilizada con determinados fines, al fin y al cabo en nuestro pequeño mundo todo se categoriza, todo se simplifica y todo se acaba reduciendo a lo normal o raro, confundiéndose con lo que es aceptable, bienvenido, apropiado, apreciado, o todo lo contrario...prejuicios.
¿Pero qué es lo que entendemos por normal? ¿Es lo de la mayoría, lo que resulta más fácil, lo más habitual?
Viviendo en el mundo que vivimos donde lo diverso es mayoritario, lo que sucede con facilidad (por obra de la naturaleza o del propio ser humano) y por lo tanto lo habitual aun seguimos clasificando las cosas según la norma.
¿No es buen momento para acostumbrarnos a la diversidad?
